Dónde?
Nerja es un pueblo de la Provincia de Málaga, situado al este.
Cómo llegamos?
Alquilamos un auto en Málaga.
Cuándo/cuánto?
Estuvimos un día y medio por la zona, del 24 al 25 de julio de 2018.
Alojamiento:
En tienda en la playa y bajo las estrellas.
Nuestro recorrido:
La primera vez que sacamos un coche en Málaga fue con Centauro, una empresa respetable, aunque conseguimos un Fiat Panda, un coche totalmente urbano que se puede parar con solo una subida empinada.
Estábamos ansiosos por estrenar la tienda nueva que compramos en Madrid, queríamos vivir esa libertad que habíamos probado en Camboya cuando rentamos una tienda en Koh Rong Samloem.
Teníamos planeado ir a Cádiz (hacia el Levante), pero la noche anterior había buscado un par de punto para visitar pero que estaban hacia el Poniente, y entre ellos estaban las playas de Nerja. A pesar de que era medio tarde, ya que el auto lo sacamos después de las dos de la tarde, igual hicimos el trecho de 70 km cruzando las desiertas montañas andaluzas hasta llegar a la playa Cantarijjan en Granada. Las aguas no son frías, y son transparentes. Pasamos casi todo el resto de la tarde ahí.
Cuando ya empezó a caer el sol, nos dimos cuenta que teníamos que buscar donde dormir. En esa playa nos dio un poco de miedo dormir porque había un chiringuito, y pensamos que podían llamar a la policía y además era tarde e igual quedaba mucha gente. Manejé durante un largo trecho hasta encontrar una parada al costado de la ruta, y ahí encontramos una playa en el acantilado, sin ningún chiringuito ni luces. Esa fue nuestra primer noche, haciendo autocamping.
Encontramos que había ya otro coche estacionado, pero parecía abandonado por lo sucio. La bajada era bastante empinada, lo cual aseguraba que no hubiese policía que nos multara. Una vez abajo me di cuenta que había una pequeña luz en la playa, y realmente nos asustamos bastante. Decidimos caminar cerca para ver de qué se trataba, si un pescador o alguien que vivía allí. Caminamos lentamente alumbrando con nuestra linterna hasta que estuvimos cerca, se trataba de dos personas. Nos asustamos así que decidimos volver e irnos del lugar, pero después de unos pasos más decidimos pasar por enfrente de ellos para ver de qué tipo de personas se trataba. Hasta que nos chistaron, y escuchamos un “eee, ¿cómo vais?”, uff fue un alivio, era una pareja que estaban acampando, tal como planeábamos hacer nosotros. Resultó ser que él era español y ella argentina que vivían en Málaga y habían salido el fin de semana para relajarse fuera de casa. Realmente fue una de las parejas más buena onda que hayamos conocido, inmediatamente nos ofrecieron cerveza para tomar y nos quedamos charlando un rato largo.
Cuando fue la hora de dormir, ya un poco entonados por el alcohol, nos despedimos y nos fuimos a nuestra tienda. Después de ver las estrellas, decidimos dormir, y ahí fue cuando escuchamos un ruido, ¿un ronquido tal vez? Mar se asustó bastante, pero yo solo quería dormir, así que la tranquilicé y le dije que no era nada. Nos abrazamos hasta que volvimos a escuchar un ruido, pero esta vez más cerca de nuestra tienda. Esta vez me asusté yo. Abrimos solo un poco nuestra puerta para ver que había afuera…hasta el día de hoy no puedo olvidar esas siluetas… como era una noche de luna llena, pudimos ver perfectamente a esas criaturas caminando por ahí en manada, era una familia de jabalíes. Un jabalí enorme adelante, tres pequeños atrás y dos más grandes atrás, todos buscando comida.
Recordé en un instante todas las historias que había escuchado sobre jabalíes en el campo, el recuerdo de un tío que me contó que ni un cuchillo pasa por el cuello de un jabalí si no es con mucha fuerza, los documentales acerca de la agresividad de los animales cuando están con sus crías, cuando ella me dijo, “hay que bonitos los chanchitos” … a riesgo de preocuparla, le tuve que explicar que son animales peligrosos. Nos quedamos mirando como daban vueltas las piedras en búsqueda de comida. Decidimos dormir, pero hasta que pudimos conciliar el sueño, estuvimos escuchando como giraban alrededor de nuestra carpa.
En la mañana volvimos a escuchar ruidos, abrí nuevamente la puerta de la tienda, pero no ví nada, pero seguía escuchando ruidos detrás nuestro. Salí, agarré piedras por las dudas, y caminé hasta encontrar el origen, era un bambi! Un ciervito estaba bajando la ladera de la montaña, luego apareció otro más. Nos quedamos viendo como saltaban y comían esos dos preciosos animales salvajes.
Cuando le contamos la historia a nuestros amigos andaluces, no lo podían creer, ellos también escucharon a los jabalíes, pero pensaron que eran perros. A ellos no se les acercaron.
El resto de la mañana la pasamos conversando, como cuando tenes buen rollo con alguien que podés hablar horas y horas sin darte cuenta cuanto tiempo pasó. Así prácticamente se nos fue el día, ni agua teníamos, pero ellos nos convidaron más cervezas y comida. Quedaremos por siempre agradecidos por ese buen rato.
Cuando nos fuimos de aquella playa que había sido tan solitaria en la noche pero que de día se convertió en una playa concurrida por naturistas, encaramos hacia Nerja. Cuando llegamos fue un poco difícil estacionar, pero claro era Julio, donde el turismo está que explota en las playas españolas.
Dejamos nuestro autito bajo el sol radiante y abrasivo de Nerja al medio día y nos fuimos a caminar y conocer la ciudad. No mucho después yo me enamoré de un local de comida, quería entrar ahí, estaba adornado con motivos de barcos y de mar. Pero ella no quería, le parecía de viejos, y tenía un poco de razón, pero me latía que podía ser bueno. Fuimos hasta la esquina, debatimos, volvimos al lugar, pero no acordábamos que hacer, nos marchamos nuevamente, pero al llegar de nuevo a la esquina, entramos a un local de comidas congeladas de mar. Empeñado en entrar al restaurant, volví sobre mis pasos solo, sabiendo que ella me seguiría, y así fue. Se negó a entrar: “es viejo” me dijo nuevamente. Ofuscado me fui a la esquina solo para seguir nuestro camino, ella se rindió y entró sola. Me quedé solo en la esquina esperando bajo el sol abrasivo andaluz, hasta que me di cuenta que no se iba a mover de su asiento, así que volví y me senté en una mesa alta junto a ella. Fui a la barra a preguntar como funcionaba, el buen hombre me dijo que con cada bebida había una tapa, miré el cartel de las tapas a pedir, y ordené dos cañas y de tapa una de gambas y otra que sepia en salsa, todo por 3 euros. Más tarde seguiríamos repitiendo otra orden de gambas y alguna otra tapa, y otra y otra… Pasado un rato, el local se llenó de gente de todas las edades bebiendo cerveza con su tapita. Me dio la razón, y le gustó mucho.
Seguimos caminando por Nerja, y entramos al “Pulguilla”, pero esta vez probamos un pescaíto y un calamar a la plancha. Este molusco fue lo más! Pero ya estábamos muy llenos para seguir comiendo, fue de pura gula.
Con la panza llena y el corazón más que contento por tanta cerveza, nos fuimos a caminar por ese pueblo de casas blancas, con peatonales cubiertas por telas blancas para evitar convertirse en una gamba, hasta llegar al “Balcón de Europa”, un mirador súper precioso donde se puede ver el mar azul y las playas como Calahonda y de la Caletilla.
Se trata de un pueblo lindo para pasear por sus calles, para buscar tapas y asolearse en sus playas, realmente muy digno de visitar.
La pareja de malagueños nos habló de otra playa donde algunos dormían, y que la policía miraba para otro lado. Así que esa noche nos fuimos en búsqueda de la caleta de Maro. Enclavada entre grandes viveros, encontramos una de las peores bajadas que hicimos con un auto. La verdad que yo iba tragando saliva, pensando en que el auto no tenía rueda de auxilio (te los alquilan sin la rueda para que tenga que llamar a la grúa y poderte cobrar 400 euros), y que podía desarmarse. Cuando bajé, estaban todos los lugares ocupados, pero bueno lo dejé mal estacionado detrás de una caravan vieja que no tenía pinta de salir.
Bajamos a la playa por un camino largo y nos encontramos con pescadores que pasaban la noche ahí, otros que estaban en tiendas chicas y grandes, una señora agachada en medio de la playa (presumiblemente cagando), un chico durmiendo en medio de la playa con un colchón inflable y tapado (al cual presumiblemente le llegó el agua durante la noche), algunos hacían fuegos en una choza grande que había, parecía la principal. Al menos había unas 50 personas que iban a pasar la noche ahí, así que primero nos apostamos cerca de la bajada, pero el olor a orina nos ahuyentó. Luego nos fuimos al final de la hilera de tiendas, entre unas rocas, y muy cerca del otro baño estimamos, y luego lo confirmamos cuando una señora y más tarde un chico fueron a hacer sus necesidades. Bueno también yo fui, pero no pude por los nervios. Esa noche cenamos una gran ensalada cesar del Mercadona con unos langostinos que había comprado. Pelarlos en la arena y a oscuras fue un poco difícil. La verdad que pasamos la noche super tranquilos, solo teníamos miedo de la marea.
En la mañana cuando me desperté subí rápidamente a ver el coche, el chico de la caravan estaba adentro, le pregunté si iba a salir o si le molestaba mi auto, pero creo que estaba cogiendo así que me dijo rápidamente que no. Así que volví a bajar, mientras miraba el mar, había un grupo de gente andando en kayak y pararon en nuestra playa. De día, como la mayoría de las playas españolas del sur, se convierte en naturista, así que así nos fuimos a disfrutar del mar. De día la gente que durmió cerca de nosotros se veía menos tenebrosa, había padres con hijos pequeños, grupos de chicas y chicos, algunas personas grandes que probablemente vivían de corrido allí, pero nadie peligroso. Después de desayunar nos fuimos hacia Cadiz.